Cucañas
«Pocos son los días que, por una u otra razón, no recordemos una chistosa, aunque amarga y profunda caricatura que vio la luz no ha mucho tiempo en un periódico ilustrado del extranjero. Representaba esta caricatura tres cucañas de esas que, con un premio en lo alto, levantan en forma de un palo, untado de sebo, en las plazas de nuestros lugares en los días de fiesta y de regocijo. Por la primera trepaba un robusto mozo en presencia de un numeroso público, que le animaba con sus voces y ademanes, para que llegase a desatar el premio, y un rótulo decía debajo, en caracteres rojos: Cucaña francesa. Por la segunda ascendía otro individuo, y la gente le veía subir silenciosamente, aunque atenta, y otro rótulo de letras blancas decía al lado: Cucaña inglesa. Por la última se esforzaba en subir un tercero, y la gente que por allí había, en vez de ayudarle en su ascensión o de verle subir tranquilamente, procuraba desanimarle con gritos y silbidos, y hasta había algunos que se colgaban de sus pies para echarle abajo. Esta tercera y última cucaña ostentaba en caracteres negros este lema: Cucaña española». (Alejandro Pidal y Mon, 1877)
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