01 junio, 2007

Lexicografía, postguerra y cartas familiares

En 1943, Antonia Suau (mi abuela materna) obtuvo la cátedra de lengua y literatura españolas en el Instituto de Bilbao. En 1938, en plena Guerra Civil, a la vez había tenido una hija (mi madre), se había quedado viuda y había tenido que salir del Madrid asediado perdiendo definitivamente casi todo lo que había sido su vida hasta entonces. Recuperada de la depuración sufrida junto a tantos otros intelectuales que habían trabajado activamente en el proyecto pedagógico republicano, en aquel año oscuro de 1943 pudo estabilizar de nuevo —aunque siempre parcialmente— su vida. Uno de los pocos contactos que mantuvo después de la Guerra fue el de don Samuel Gili Gaya, también recluido en una especie de exilio interior. Con él había colaborado muy estrechamente como profesora del Instituto Escuela de Madrid («la más importante experiencia pedagógica de nuestro país en todos los tiempos», dirá él mismo años después) y en el Centro de Estudios Históricos, donde elaboró algunas papeletas para los glosarios de documentos de los siglos XI al XV que dirigía Américo Castro... Pero no se trata aquí de contar todo esto en detalle, sino solo de dar como pequeña curiosidad un autógrafo (obviamente inédito) de don Samuel.
Es una de las cartas dirigidas a Antonia Suau desde Torrelavega, donde Gili Gaya fue catedrático hasta su jubilación. Ahora estamos en 1945. Su lectura es suficientemente explícita sobre las condiciones de vida, el ambiente y las aspiraciones de algunas personas cuyas carreras se hicieron tan difíciles en el primer franquismo. Él también había sido víctima del frenesí depurativo, acusado de cosas tan terribles como «catalanista» (y quizá sea ésta la razón de que las cartas todavía próximas al fin de la Guerra estén en castellano, y solo hacia los años 60 pasen a estar en catalán). Pero nunca, ni siquiera durante los años de guerra, dejó de trabajar y publicar acerca de sus grandes empeños. Uno de los más absorbentes era la lexicografía, y sobre ella va el núcleo de esta carta. En estas líneas, desde luego, hay más cosas. Nosotros, en Studiolum, solo queremos hoy rendir un muy modesto homenaje de agradecimiento: son figuras que nos sirven de estímulo cuando, en un mundo tan diferente como el de 2007, emprendemos algunas tareas conectadas con aquéllas.