12 mayo, 2008

Que nada se sabe

Con este título, Carlos Solís Santos, Catedrático de lógica y filosofía de la ciencia de la UNED, ha publicado en el número 136 de Revista de Libros (abril) una reseña de nuestra edición de El porqué de todas las cosas de fray Andrés Ferrer de Valdecebro (en la colección «Medio Maravedí», que ha llegado ya a los diez títulos). Le agradecemos la atenta lectura y los elogios que dedica a nuestra tarea editora, así como las oportunas precisiones de buen conocedor de la historia de la ciencia, a la que Valdecebro tan ferozmente maltrata en su libro. Nos alegra coincidir con él:
... lo que nos parece hoy peregrino o quimérico no lo era en su época. Los compendios que explican muchos problemas familiares pero intrigantes siguen gustándonos hoy día. Ahí está ese «porqué de las cosas» de Marvin Harris, donde nos explica por qué hacemos herramientas, por qué andamos erguidos, por qué somos blancos o negros, por qué engordamos o por qué las tetas de las mujeres están siempre turgentes. O ahí están los evolucionistas como Matt Ridley o Steven Pinker, que nos explican en términos evolucionistas el porqué de nuestra moral, nuestra religión, nuestras instituciones sociales o nuestro gusto por la música, la danza y la pintura. Buscar una explicación en términos de selección de cualquier rasgo, imaginando cómo podría mejorar la tasa reproductiva, es a veces tan arbitrario como hacerlo en términos de lo caliente, lo frío, lo húmedo y lo seco.
Afortunadamente, los editores de la obra (Antonio Bernat Vistarini y John T. Cull) hacen un buen trabajo en la introducción y las notas, presentando la tradición de los Problemas, su difusión en España y las peculiaridades del desarrollo científico del país. (p. 31)