04 marzo, 2009

El poder de las imágenes: notas para una rinocerontología (VII)


Hace tiempo que tenemos este grabado de David Templeton, un artista que vive en Deià desde 1978. Hoy, al revolver unos papeles, lo hemos recuperado de improviso después de haberlo dado por perdido. Como se comprende, no puede dejar de aparecer en nuestra rinocerontología. Y, así, rápidamente, lo hace a modo de interrogante. ¿De dónde sale esta imagen? ¿Es una respuesta a las imágenes del rinoceronte corneador, furioso y siempre victorioso? Aquí ha perdido la batalla, cierto. Pero también su contrincante ha fallecido: ese coche que es seguramente un símbolo de la civilización en su vertiente destructora. No se distingue ningún ser humano: es un encontronazo entre dos bestias puras y las dos han muerto. El espacio dibujado contiene el silencio que sigue a las catástrofes. Lo que ha pasado es obvio, aunque no sabemos quén embistió a quién. ¿Cómo podemos leer esta imagen a la luz de la serie rinocerontológica que hemos esbozado hasta aquí? ¿Cómo se mide la densidad de significado de una imagen? ¿Cuál es el límite de interpretación de esta imagen si la afrontamos como un «jeroglífico cultural» en el que se cruzan las materialidades propias de su momento histórco y sus (nuestras) determinantes imaginarias?

2 Comentarios:

Anonymous Anónimo dijo...

Por el tipo de daño del vehículo, parece lógico deducir que ha sido él el que imbistió al rino. Además, creo así mismo ser mås probable que un artista sensible haya querido hacer una crítica a la destrucción de la naturaleza por el hombre, y no al revés. Para tanto no es necesario que aparezca en la escena la figura humana. El vehículo es un artefacto suyo y lo representa. A cuántos animalitos no vemos todos los días arrollados por los autos en nuestras calles y carreteras.

10:50 PM  
Blogger Julia dijo...

A diferencia de lo que dice Anónimo, me parece que la imagen es más compleja y por eso tiene tanta fuerza. Apela a nuestra atención, nos interroga y conmueve, pero no da respuestas únicas. Por eso la queremos seguir mirando y descubrir en ella nuevos resquicios para interpretarla.
Entre otras cosas, sorprenden los dos "cuerpos" duros y poderosos detenidos bajo la misma forma triangular de la sombra que los envuelve; no enfrentados, sino uno junto al otro, uno antes que el otro en nuestra percepción ¿se podrá leer una relación temporal? (la fuerza destructora que antes estaba en el rinoceronte ahora se traslada al impersonal automóvil)
En esta equiparación, llaman la atención también los picos que le han quedado al auto tras el choque (el del capot y el que el modelo tiene encima del parabrizas) que recuerdan los cuernos frontales del rinoceronte.
Y desde ya habría mucho por decir sobre la elección de un animal tan feroz, compacto y distante (para nuestro imaginario occidental), si el mensaje fuera simplemente la denuncia del poder destructor del hombre sobre la Naturaleza, un mullido conejito, o un cálido ciervo de ojos gigantes sería una opción más lineal... Lo cual no quiere decir que la imagen no hable de esa denuncia, pero lo hace quizás dejándonos inquietos.

1:33 PM  

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