En principio, este método presuponía que los miniaturistas conocieran el texto y pintaran en el blanco la inicial justa. Sin embargo, no era siempre así. El miniaturista podía echar una fugaz ojeada al texto y pintar corriendo la letra que le parecía más lógica, aunque a veces no fuera ésta la que le pedía el texto sacro.
Así ocurrió, por ejemplo, en el fol. 264r (Heb 2:7), donde el artista echó un vistazo y completó la primera palabra del versículo como «
Innuisti» (consentiste). Inmediatamente después, no obstante, se debió apercibir del error al iniciar correctamente el comentario, a la derecha, con un «
Minuisti» (disminuiste).

En algunos casos recaía sobre el
stationarius —el bibliotecario encargado de la distribución de los pliegos y de revisar las copias— la responsabilidad de la corrección final. Así pasó, por ejemplo, en el fol. 233v (2Cor 16:21), donde el miniaturista erró tanto en el versículo como en el comentario la inicial de «...alutatio» porque había entendido «
Laudatio» –voz tan frecuente en los textos litúrgicos–, dando lugar a una imposible
«Lalutatio». En último extremo, el corrector logró escribir la 'S' en negro en medio de la 'L' roja resucitando la «
Salutatio» original.

Lo mismo hizo en el fol. 286r (Heb 10:7), donde tuvo que colar una pequeña 'T' negra en medio de la 'N' roja del comentario (y también entre los arabescos de la inicial) para cambiar la errada «
Nunc» (ahora) en «
Tunc» (entonces).

Pero en ocasiones también la atención del corrector andaba floja. Es el caso del fol. 247v (2Tim 1:16), donde el miniaturista imaginó, y creó, un «
Sed» (pero) en lugar de un relativamente más raro «
Det» (dé). Este ejemplo, junto con la anterior lectura equivocada de «...alutatio» como «Laudatio» nos permite arriesgar la hipótesis de que quizá el miniaturista no fuera muy sensible a la diferencia entre los fonemas 't' y 'd'.

Y, finalmente, un caso más sutil (que la crítica textual definiría como de intercambio de pericopas). En el fol. 292r (Heb 11:22), a la derecha del versículo que empieza por «Fide Ioseph», la palabra inicial del comentario fue completada como «
Mosep» en lugar de «
Iosep». ¿Por qué?

En este pasaje de la Epístola a los Hebreos, el Apóstol enumera ejemplos de fe desde el patriarca a los profetas. El versículo que empieza por «Fide Ioseph moriens» va precedido —en la página anterior— por un versículo de inicio muy similar: «Fide Iacob moriens», que también menciona a «Ioseph», y le sucede otro que empieza por «Fide Moyses». Quizá el miniaturista, al llegar a la línea «Fide Ioseph», se despistó por un momento y, recordando que ya había pintado una inicial para esta frase en la página anterior, competó la inicial «...osep» del comentario como un «
Mosep» que
casi correspondía a la palabra inicial del versículo siguiente. Más tarde, esta letra también sería corregida con una pequeña 'J' negra entre las patas de la gran 'M' roja.