Hernando de Soto (Madrid 1568 — ?)
Hernando de Soto nació en pleno reinado de Felipe II, cuando su padre ejercía
de Contador de su Majestad. La posición de su padre —también Hernando—, que
durante más de sesenta años estuvo al sevicio real, además, como Continuo de la
Casa de Castilla, y Veedor, permitió a nuestro autor una vida relativamente
desahogada que le puso en contacto con los círculos de escritores de la Corte.
Hernando de Soto heredó joven el cargo de Contador pero había desarrollado ya
por sí mismo una afición a las letras que le otorgaría un lugar de honor entre
los amigos de Lope de Vega. Sin dedicarse plenamente a la escritura, participa
ocasionalmente con poemas en los preliminares de varias obras muy relevantes
(el Isidro de Sevilla y La Arcadia, del propio Lope, o las
Divinas Rimas… de Vicente Espinel…), y mantiene contactos con autores como
Mateo Alemán, con quien comparte algo de su filosofía, o con Alonso de Barros.
Pero el trabajo por el que pasará a la historia de la literatura española es un
pequeño tomo, en octavo, con sesenta Emblemas moralizadas, que aquí
editamos.
Emblemas moralizadas (1599)
El libro sale en 1599, es decir, cuando la literatura de emblemas es bien
conocida en toda Europa pero aún es escasa en España la que podría considerarse
producción propia. Solo las obras de Juan de Borja (publicada en Praga en 1581
aunque de mínima difusión en España hasta la exitosa edición aumentada de 1680)
y la de Juan de Horozco (1589 y 1591) cumplen absolutamente todos los
requisitos para ser considerados libros de emblemas españoles con anterioridad
al de Soto. Es cierto que hay otros libros —pueden leerse en este mismo CD—,
que tocan el género, si bien de manera incompleta por una razón u otra. Un año
antes, por ejemplo, había salido el libro de otro funcionario como Soto, que
presenta contactos innegables con la emblemática, los Discursos del amparo
de los legítimos pobres del Protomédico de las Galeras de España Cristóbal
Pérez de Herrera (hay ediciones anteriores, desde 1595, pero incompletas y sin
grabados). Vale la pena mencionarlo por algunas concomitancias de fondo con
Soto, sobre todo de actitud moral.
Formalmente, Soto se atiene al esquema básico de inscriptio, pictura,
subscriptio (en verso), acompañado de una glosa o comentario en prosa no
demasiado extenso. El tono didáctico y la voluntad de alcanzar a un público
general y no solo erudito se observa ya en que el mote latino, externo al
grabado y dispuesto sobre él, lo acompaña siempre de su traducción al
castellano. Las picturae son de ejecución más que sencilla, llegando en
ocasiones a cierta tosquedad no exenta de atractivo. Para la subscriptio,
Soto elige también una estrofa popular: la unión de dos redondillas (con
excepción del emblema dedicado a la muerte del Marqués de Tarifa, donde hay
tres) de rima independiente. La altísima proporción de rimas agudas añade aún
mayor popularismo a la serie.
Es en los comentarios en prosa, de formulación sentenciosa, donde Soto
introduce su caudal erudito, pero lo sintetiza especialmente en los márgenes,
localizando las fuentes o paralelos de su discurso sin cargarlo en su interior
de un cúmulo excesivo de referencias explícitas, como harán luego hasta la
fatiga algunos de nuestros emblemistas posteriores.
Tanto en los versos, con su aire de fabulilla, como en las prosas, Soto
evidencia unas preocupaciones morales propias del hombre barroco español, con
su fuerte dosis de desengaño, su contemplación del mundo como algo
esencialmente destructivo y tramposo frente a lo que hay que saber cautelarse,
reservarse, usar del silencio, sacar provecho del daño… y donde los valores
tradicionales han sido definitivamente desplazados (ver p. e. el emblema
Pulchrum pecunia Faunum / El dinero à lo feo haze hermoso). Con acierto
observa Federico Revilla a través de este libro el «horizonte y retrato de un
intelectual laico bajo los Austrias», pues las preocupaciones religiosas están
relegadas casi a lo ocasional, punto en que se concretaría especialmente la
relación con Pérez de Herrera arriba marcada.
El librito de Hernando de Soto fue muy apreciado por sus contemporáneos y, a
juzgar por las numerosas citas y reflejos que se encuentran de él en otros
autores, debió alcanzar una gran difusión en la única edición que vio la luz
hasta el siglo XX.
Ediciones
Enrique Cordero de Ciria —en su trabajo «Las Emblemas moralizadas de Hernando de Soto
y su primera versión, inédita, en un manuscrito de la Biblioteca Nacional», Boletín del Museo e
Instituto Camón Aznar, LXV (1996), 5-18— dio noticia del manuscrito 17.477 («Varias poesías
y papeles curiosos») de la Biblioteca Nacional de Madrid que conserva una versión primitiva de
las Emblemas moralizadas. Se trata de una serie de poemas (en su mayor parte también redondillas)
cuyo contenido coincide casi por completo con el libro de Soto. Cordero de Ciria lleva a cabo el análisis
del proceso de selección, elaboración y transformación ejercido sobre este material primitivo —que presenta
un carácter de breves fabulillas esencialmente narrativas—, para dar lugar al libro de emblemas, más
conceptuoso y complejo, con su aparato añadido de grabado y glosa, y sobre todo un discuso moral mucho más
denso. No cabe duda, tras el análisis de Cordero de Ciria, que Hernando de Soto ya tenía in mente un
posterior libro de emblemas cuando preparaba este manuscrito.
• Emblemas moralizadas por Hernando de Soto, Contador y Veedor de la
casa de Castilla de su Magestad. Dirigidas a don Francisco Gómez de Sandoval,
Duque de Lerma, Marqués de Denia. Con privilegio. En Madrid. Por los herederos
de Iuan Iñiguez de Lequerica. 1599.
• Emblemas moralizadas. Madrid: Fundación Universitaria Española,
1983. Edición facsímil con Introducción de
Carmen Bravo-Villasante. |
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Aquí presentamos el emblema 19 (Levium rerum
admirari, indignum est viri / Indigno es del nombre de hombre el que
de poco se admira) y el emblema 7 (Pulchrum pecunia Faunum / El dinero
a lo feo hace hermoso) de la edición de Madrid 1599, junto con sus
glosas marginalias originales:
Emblem 19: Leuium rerum admirari, indignum est viri / Indigno es del nombre de hombre el que de poco se
admira

Admirose vn pueblo entero
Con espanto nunca oydo,
De ver rebuelto y assido
A vna llaue vn dragon fiero.
De esso (dixo) os admirays
Leontiquidas, mas podreys,
Quando la llaue que veys,
Rebuelta al dragon veays.
VAron, significa hombre de valor y fortaleza, no hombre que se
admira de cosas leues, y es para poco. Que por esto dezia vn
historiador grauissimo: Leuantaos en algun tiempo, si soys varones,
y tomad las armas. 1 Como si dixera: Si soys hombres de animo, y toca
a vosotros el pelear: no lo dexeys de hazer. Teme Amiclas la
tormenta, y el meterse en el mar con Cesar: pero el valiente Capitan
le anima, con que va el en la barquilla, y que la defendera de la
furiosa tempestad, que no sabe lo que le fauorece la fortuna.
2 Y
aunque es verdad, que el peligro no era para dexarse de temer, con
todo esso se echa de ver en aquello la entereza que tendria en las
cosas que fuessen de menos riesgo. Varones de Galilea, porque estays
mirando al cielo? Este Iesus que desde vosotros sube a el, de la
forma que le veys yr, ha de tornar a la tierra, que parece que se
admirauan de la Magestad con que Christo subia.
3 Y declara el texto
sagrado, que les dixeron esto dos varones vestidos de blanco, que
quedaron cerca dellos, por ser muy propio de Dios el yr de aquella
manera, y no auer ocasion de marauillarse.
4 Pinta S. Lucas a Ioseph
ab Arimathia noble y valeroso, llamale varon justo y bueno: el qual
fue a Pilatos y le pidio el cuerpo de nuestro Redemptor.
5 Marauillose
el juez de que huuiesse muerto, y no se marauillô el varon santo, de
que el le huuiesse condenado a muerte sin culpa.
6 Y para dar a
entender san Marcos el pecho de Ioseph, dize: que entrô a pedirle
con osadia el cuerpo de Iesus. 7 De lo qual se colige la bondad y
varonil pecho de Ioseph ab Arimathia, y la malicia y ruyn animo de
Pilatos. Que sea magnanimidad, difinio bien Espeusipo, pues
aduierte: que es vn moderado vso de lo que acontece, vna
conuersacion Cortesana con los hombres, y vna grandeza con razon:
8 porque los que merecen tener nombre de varoniles y sabios, no han de
admirarse de cosas leues: y muchas vezes de las que no lo son,
segun Leontiquidas, de cuya admirable sententia hazen mencion
Plutarcho y Erasmo. 9
1 Quint. Cur. de reb. gest. Alex. Mag.
2 Lucan. lib. 5.
3 Actuum c. 1. Viri Galilei, quid statis aspicientes in coelum? Hic
Iesus, qui assumptus est á vobis in coelum. &c.
4 Vbi supra. c. eodem.
5 Cap. 23.
6 Marc. c. 15.
7 Idem ibidem. Et introiuit audacter ad Pilatum, & petijt corpus Iesu.
8 Magnanimitas est moderatus contingentium vsus, vrbana cum
hominibus conuersatio, & magnificentia cum ratione.
9 Plutarch. in Leontichi. & Erasm. in Apophtegm.
Emblem 7: Pulchrum pecunia
Faunum / El dinero à lo feo haze hermoso

Ten essa cortina Amor,
Con rostro seuero y graue,
Pues tu madre Venus sabe
Quien lleuarà su fauor.
Porque esse Fauno belloso
Que tan feo agora ves
Le ofreze oro: y assi es
A sus ojos muy hermoso.
DEspues que passaron las tres edades, 1
y començò la de hierro, no huuo amigo con amigo, ni se dexó de
exercitar qualquier fraude, qualquier genero de mal, y daño:
siguiose tambien a esto, aquel desenfrenado desseo de señorear,
2 principio, y causa de guerras. De aqui el no estimarse vnos â otros,
sino es siendo ricos y poderosos. De aqui a valer tanto el dinero,
que le obligó a dezir al otro Poeta, 3 que el mucho oro es el que da
la honra y grandeza, y que con el oro se enamora: y es sin duda que
no se tiene mas credito de quanto dinero se tiene en el arca.
4 Que
reuerenciado, que seruido: y que adorado es el rico? Y que abatido,
que deshechado, y que aborrezido es el pobre. El dinero es el que da
amigos, y el que no le alcança en qualquier parte le menosprecian y
estiman en poco: 5 y es ordinario mientras vno estâ en su felicidad,
auer quien le siga, le haga amistad, y le ayude, y en boluiendo el
rostro la fortuna, dexarle, y no conocerle.
6 Llama Virgilio a la
pobreza fea, 7 y Seneca la llama triste,
8 no sin razon: porque no ay
cosa mas triste y fea el dia de oy que ella, y al contrario no la ay
mas estimada que el dinero, el qual es hermoso y a todo lo que no lo
es haze que lo parezca. 9 Desdichado del que en esta vida fuere pobre,
y tres y quatro vezes dichoso el que fuere rico, y vsare dello, como
sino lo fuere, que aunque el necessitado y pobre padezca en este
valle de miserias y desuenturas, lleuelo con paciencia, y sealo de
espiritu, 10 que no le està prometido, en recompensa dello, menos que
el Reyno de los cielos. 11 Finalmente la substancia del Emblema (que es
el querer dar a entender lo que puede y vale el dinero) viene a
encarecerse todo lo possible con la pintura de que Venus admite a vn
Fauno, porque trae las manos llenas de oro, siendo ella entre las
Diosas muy bella, y el entre los Dioses muy feo.
12
1 Ouid. lib. 1. Metamo. & Hesiod. in ope. & die.
2 Salust. in coniurat. Catili. Libidinem dominandi causam belli
habere.
3 Ouid. de arte aman. lib. 2. Plurimus auro venit honos: auro
conciliatur amor.
4 Iuuen. Saty.
5 Ouid. lib. 1. fast. Pauper vbique iacet.
6 Idem lib. 1. trist. eleg. 8.
7 lib. 6. Aeneid. Turpis egestas.
8 Traged. Thyest. Act. 2. Illinc egestas tristis.
9 Apul. Cupido formosae pecuniae leniebatur.
10 Quia egestas a Domino, &c. Pro. cap. 3.
11 2. ad Corin. c. 6. Tanquam nihil habentes, & omnia possidentes. Matth. c. 5. & Luc. c. 6.
12 Virg. Eclo. 7. formosae Myrtus veneri. Ouid. lib. 1. Metam. sunt
rustica numina Fauni. |